¿Qué es la «señal de Jonás»? ¿Qué tiene que ver con usted y su futuro?
«Muéstranos una señal. ¡Entonces sí creeremos que eres el Mesías!» Ese fue el desafío que los dirigentes religiosos le lanzaron a Jesucristo. Si este hombre era el Mesías tal como aseveraban algunos… ¡exigían que lo demostrara!
¿Qué hizo Él? Les dio una señal, diciendo: «La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás» (Mateo 16:4). Otro de los Evangelios consigna estas palabras de Jesús: «Esta generación es mala; demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal de Jonás. Porque así como Jonás fue señal a los ninivitas, también lo será el Hijo del Hombre a esta generación» (Lucas 11:29–30).
Esa señal, si logramos identificarla, revelará al Salvador del mundo.
Los milagros de Cristo fueron tremendas señales del poder de Dios y el ministerio de Jesús. Sus obras testificaron de Él (Juan 14:11). Para los discípulos de Juan el Bautista, Jesús hizo las señales de sanar ciegos y limpiar leprosos, cosas que estaban profetizadas para el Mesías (Isaías 35:5-6). No obstante, Cristo dijo que la principal señal que lo identificaría como el Mesías sería «la señal de Jonás».
¿Qué era esa señal de Jonás y qué tiene que ver con nosotros hoy?
¿Un llamado al arrepentimiento?
Para algunos, la «señal de Jonás» era simplemente el llamado de Jesús para que sus oyentes se arrepintieran, algo así como la predicación de Jonás que había sido un llamado al arrepentimiento. Veamos: «Vino palabra del Eterno a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí» (Jonás 1:1–2).
Más adelante, encontramos lo que enseñó Jonás: «Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos» (Jonás 3:4–5).
Los habitantes de Nínive reaccionaron al llamado al arrepentimiento que escucharon de labios de Jonás. Del menor al mayor de ellos, todos dejaron su vida de pecado. «Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo» (Jonás 3:10).
Es cierto: tanto Jonás como Jesús predicaron el arrepentimiento. Pero ¿fue esta la señal de la cual habló Jesús? ¿O había algo más?
¿Una resurrección simbólica?
Hay quienes aseguran que la señal de Jonás fue su resurrección simbólica de la muerte, que representaba la resurrección de Cristo. Al fin y al cabo, cuando Jonás huyó en un barco, lo echaron por la borda y se lo tragó entero una criatura marina, ¡era como estar muerto! Tenemos, incluso, constancia de la oración que él elevó a Dios ¡desde el vientre de su captor! «Entonces oró Jonás al Eterno su Dios desde el vientre del pez, y dijo: Invoqué en mi angustia al Eterno, y él me oyó; desde el seno del Seol clamé, y mi voz oíste» (Jonás 2:1–2). La palabra hebrea Sehol se puede traducir como «el sepulcro”. Jonás sabía que sin una dramática intervención de parte de Dios, ¡este era el fin de su vida!
Dios libró a Jonás de su espantosa prisión submarina. En cierto sentido, ¡lo trajo nuevamente a la vida! Así lo describió Jonás: «Me echaste a lo profundo, en medio de los mares, y me rodeó la corriente; todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí… Las aguas me rodearon hasta el alma, rodeóme el abismo; el alga se enredó a mi cabeza. Descendí a los cimientos de los montes; la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Eterno Dios mío» (Jonás 2:3, 5–6).
Jonás resucitó de la muerte en sentido figurado, así como Jesucristo resucitó de la muerte en la realidad. ¿Es esta la señal que Jesús mencionó? ¿O es otra cosa?
Lo que Jesús dijo
Si miramos atentamente las palabras del propio Jesús, veremos la clave de la señal de Jonás. «La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches» (Mateo 12:39–40).
Tres días y tres noches: Esta es la señal dada por Jesús para establecer su calidad de Mesías. ¡Nuestro Salvador basó nada menos que su propia identidad sobre algo que algunos rechazarían como aparentemente un detalle trivial!
Recordemos, sin embargo, que nuestro Dios Creador indica tiempos precisos. Dio instrucciones exactas para guardar la Pascua a su tiempo (Éxodo 12:12, 22). Dio a los humanos instrucciones precisas para guardar un día específico de culto y reposo (Éxodo 20:8). Nos instruye a que observemos ciertos días santos anuales específicos (Levítico 23). Cuando de profecía se trata, establece los instantes precisos y conoce «lo por venir desde el principio» (Isaías 46:10). Es así como el profeta Daniel predijo el momento de la primera venida de Cristo con cientos de años de anticipación (Daniel 9:24–26). Por tanto, es lógico esperar que la muerte y resurrección del Salvador del mundo ocurrirían en sus momentos precisos.
Cuando los fariseos oyeron lo que dijo Jesús sobre su estancia en el sepulcro, ¿entendieron de qué estaba hablando? ¡Desde luego! Después de su muerte, fueron adonde Pilato con una extraña petición. «Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré (Mateo 27:62–63).
Los principales sacerdotes y los fariseos temían que los discípulos de Cristo intentaran falsificar su resurrección, siguiendo la cronología exacta que Él había dado, para que su influencia perdurara aun después de la muerte. En respuesta, Pilato autorizó medidas de seguridad adicionales para que nadie tocara el sepulcro (vs. 65–66).
Los que oyeron a Cristo entendieron la señal, pero la mayoría no quisieron creerla cuando Jesús resucitó y no lo aceptaron como el Mesías.
¿Sólo “partes” de días?
Cabe preguntar si Jesús realmente estuvo en el sepulcro tres días y tres noches. ¿Qué importancia tiene? ¿Qué más da? Solamente esto: ¡se trata de la señal de que Él fue el Mesías! Rechazar la señal es rechazarlo a Él.
Pese a lo anterior, hay cientos de millones de personas bien intencionadas que guardan el «Viernes Santo» como el supuesto día de la muerte de Jesús, seguido del “Domingo de Resurrección” como el supuesto día en que resucitó. Miremos atentamente la siguiente tabla.
De la parte diurna del viernes a la parte diurna del domingo ¡hay solamente dos noches y partes de tres días! ¡No hay manera correcta de interpretar ese lapso de tiempo como los «tres días y tres noches» que Jesús dio como la señal!
Algunos estudiosos dicen que los “tres días y tres noches” de Cristo son apenas un modismo y no una expresión precisa del tiempo. Aseguran que “tres días y tres noches” se puede referir a cualquier porción de tres días y tres noches. Por ejemplo, el comentarista Adam Clarke argumenta así: «Tres días y tres noches, según este método judío de contar, incluía cualquier parte del primer día, la totalidad de la noche siguiente, el día siguiente y su noche y cualquier parte del día siguiente, o tercer día » (Clarke’s Commentary, Vol. V, p. 140).
Efectivamente, hay una tradición judía de contar partes de días como días enteros. Clarke explica: «La tradición es que el R. Eliazar ben Azariah dijo: ‘Un día y una noche hacen un onah: y una parte de un onah es como el todo» (op. cit.).
Pero si ahondamos más, encontramos que también hay otras tradiciones judías para contar días. Unos rabinos enseñaban que se puede definir como onah un día o una noche individual, no solamente los períodos de día y noche sumados. Citando de nuevo a Clarke: «¿Cuánto es el espacio de un onah? El R. Jochanan dice: Un día o una noche. Y también el Talmud de Jerusalén: ‘El R. Akiba fijó un día para un onah y una noche para un onah’» (op. cit.). Según esta tradición sería igualmente correcto interpretar las palabras de Jesús como si abarcaran seis onahs —partes o porciones enteras de tres períodos diurnos y tres períodos nocturnos. Pero es obvio que esto no concuerda con lo que se entiende comúnmente por una crucifixión el viernes y una resurrección el domingo.
¿Cuál es el punto? Por haber diferentes interpretaciones de este modismo, podemos sacar conclusiones drásticamente diferentes según la tradición que sigamos. Por tanto, la tradición judía no es un indicador confiable del tiempo que duró Jesús en el sepulcro.
Entonces ¿dónde buscar? ¿Hay indicios bíblicos para determinar cuánto tiempo duró Jesucristo en el sepulcro? ¡Sí, los hay!
72 horas literales    
El libro de Génesis nos da la respuesta en parte. Al leer sobre el primer día de la creación, encontramos la definición de «día» y «noche»: «Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día» (Génesis 1:5). La palabra traducida aquí como «día» viene del hebreo yowm, que significa “hacer calor» y se refiere a las horas en que hay sol. La palabra para «noche», layil, viene de una palabra hebrea que significa «alejado de la luz”, o sea las horas en que el sol se ha puesto y está oscuro (ver Diccionario de Strong).
Es significativo que al describir el suplicio de Jonás en el vientre del pez, el libro de Jonás emplea las mismas palabras para día y noche que se emplean en Génesis 1:5. «Pero el Eterno tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días [yowm] y tres noches [layil]» (Jonás 1:17).
También podemos ver cómo se emplea la palabra “día” en el Nuevo Testamento. Tomemos nota de las palabras del propio Jesús cuando preguntó: «¿No tiene el día doce horas?» (Juan 11:9). Aquí, como en sus palabras a los fariseos, Cristo consideraba que “día” corresponde al período de aproximadamente doce horas cuando está el sol afuera.
Algunos se sienten confundidos por la afirmación de que Cristo resucitó «al tercer día» (Hechos 10:40), pensando que tiene que referirse a un período menor de 72 horas. Aquí debemos tomar en consideración lo que dicen los otros Evangelios. Por ejemplo, Jesús dijo: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré» (Juan 2:19). También encontramos: «Y comenzó a enseñarles que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días» (Marcos 8:31).
La única manera de reconciliar las tres condicionesal tercer día, en tres días y después de tres días— es identificar el momento preciso de la resurrección de Jesús ¡justo al final de un período de 72 horas!
¿Cuándo empezaron esas 72 horas? Las Sagradas Escrituras muestran que Jesús fue crucificado en el Día de la Preparación: «Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí» (Juan 19:30–31).
Muchos lectores suponen que ese Día de Preparación era el viernes anterior a un sábado semanal. Pero la Biblia revela que este sábado era «de gran solemnidad», es decir ¡uno de los días santos anuales citados en Levítico 23! Jesús fue crucificado después de tomar la Pascua, siendo Él nuestra Pascua, luego su cuerpo fue llevado al sepulcro antes del día santo conocido como el Primer Día de Panes Sin Levadura.
¿Realmente esto importa?
Algunos de los que leen esto quedarán desconcertados al enterarse de estos aspectos del tiempo que nunca antes habían visto. Otros preguntarán: “¿Qué importancia tiene? ¿Para qué ocuparse de estos detalles técnicos si lo único necesario es creer en Cristo?»
La mayoría de los cristianos profesos dan por sentado que Jesucristo resucitó un domingo por la mañana. ¿Por qué? Porque es la versión que aprendieron desde la niñez. ¿Pero qué dice la Biblia? «El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto» (Juan 20:1–2).
El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, ¡y Cristo ya había resucitado! Jesucristo no resucitó al amanecer ¡sino en algún momento de la noche del sábado!
No: la Iglesia primitiva no tenía servicios al amanecer para conmemorar el supuesto “Domingo de Resurrección». La Enciclopedia Británica, así como otras obras de consulta serias, coinciden en aclarar que “no hay indicio alguno de la observancia del Domingo de Resurrección en el Nuevo Testamento”. (ed. de 1911, p. 828).
Entonces, ¿de dónde vino la idea de los servicios al amanecer? El Antiguo Testamento registra algo asombroso: que el pueblo de Dios celebró un “servicio al amanecer” ¡durante un período de apostasía y rebelión nacional contra Él! Así lo describió el profeta Ezequiel bajo inspiración divina: «Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. Y me llevó al atrio de adentro de la casa del Eterno; y he aquí junto a la entrada del templo del Eterno, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo del Eterno y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente” (Ezequiel 8:15–16).
¿Qué hacían estos sacerdotes apóstatas de Israel? ¡Estaban adorando al sol, hacia el oriente, conforme a los ritos paganos! No sólo eso, sino que las mujeres lloraban por Tamuz. «Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos. Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa del Eterno, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz» (Ezequiel 8:13–14). Tamuz era el dios mesopotámico de la fecundidad, cuya historia de nacimiento, muerte y resurrección cada primavera simbolizaba, según se creía, el poder de la renovación de la naturaleza. El “conejo de la Pascua” y la costumbre de colorear “huevos de Pascua” provienen de unos ritos de fecundidad antiguos, ¡los cuales tienen mucho que ver con el culto pagano y nada que ver con el culto que Dios mandó en las Sagradas Escrituras! La observancia del mal llamado “Domingo de Resurrección” o “Pascua Florida” no es otra cosa que una falsificación, ¡que no corresponde para nada al culto del Cristo verdadero (Mateo 24:24)! Para más información, solicite sin costo ni obligación de su parte el folleto Las Fiestas Santas, plan maestro de Dios.
En resumidas cuentas, la idea de que Cristo murió un viernes y resucitó un domingo enturbia y desconoce los verdaderos días santos de Dios, niega la señal dada por el propio Jesucristo y prepara el escenario para la introducción de ritos paganos en lugar de lo ordenado por Dios. En cambio, la realidad bíblica, que Cristo murió el miércoles, que estuvo en el sepulcro 72 horas y que resucitó el sábado tal como Él lo había profetizado, reconoce los verdaderos días santos de Dios ¡y muestra que el cuento de que Cristo resucitó al amanecer del “Domingo de Resurrección” es algo imposible y contrario a la Biblia!
Y usted, ¿qué? ¿Adora al Dios verdadero de la Biblia? ¿O se contenta con seguir las tradiciones humanas, como el mal llamado Domingo de Resurrección, aunque sean contrarias a la Biblia? ¿Está dispuesto a revaluar sus convicciones cuando la Biblia demuestra que son erradas? No seamos como aquellos que adoran a Dios en vano, descritos por Jesús así: «Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres» (Mateo 15:8–9).
A Dios sí le importa cómo le adoramos (Deuteronomio12:29–31). Si comprendemos la señal de Jonás —según el propio Jesús, la única señal de que Él era el Mesías— podemos empezar a comprender al verdadero Jesucristo de la Biblia. Cuando Jesús resucitó de la muerte luego de pasar 72 horas en el sepulcro, Él cumplió esa señal. ¿Acepta usted sus palabras de que ésta era la señal del verdadero Mesías, la cual Él dio para demostrar que Él es el Salvador del mundo?
Via. Mundo Mañana

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